La producción de la pornografía

A pesar de la determinación de sus defensores, quienes sostienen que la pornografía es discurso y fantasía, niñas y mujeres rea­les tienen que ser penetradas para producir pornografía.

Ellas con­sumen drogas para tolerar el dolor y la humillación; ellas sangran. La pornografía tiene los mismos efectos físicos nocivos en la salud de las mujeres que cualquier otra forma de prostitución, efectos tales como sus vaginas y anos desgastados y un dolor considerable (véase Holden, 2005).

Esto incluye daños físicos provocados por las enfermedades de trasmisión sexual, embarazos no deseados, abortos, infertilidad, enfermedades en el tracto reproductivo que conducen a complicaciones en períodos posteriores de la vida y daños psicológicos (Farley, 2003).

Entre los daños que sufren las mujeres se incluyen infecciones en los ojos, debido a que los hombres eyaculan en sus caras (Diñes y Jensen, 2007). Las mujeres sometidas a estos peligros suelen ser muy jóvenes, de dieciocho años o menos, y extremadamente vulnerables, por lo general sin hogar, con historias familiares problemáticas, provenientes de familias con las que no pueden contar y sin dinero para vivir (Lords, 2003; Canyon, 2004).

Quienes lograron fortunas a partir de la explotación de niñas y mujeres en la pornografía pueden ser bastante francos respecto de los daños involucrados en esta práctica. Para tener trabajo, tienen que hacer cosas cada vez más osadas y, si bien esto es mejor pago, también disminuye su atractivo para futuros trabajos y tiende a acortarles la carrera.

Una actriz firma la entrega de su imagen por 1.200 dólares y el dinero lo ganan quienes la venden y distribuyen, ya que lo que empieza como una escena puede ser reeditado en un sin fin de películas de com­pilación o subido perpetuamente a Internet. Durante una entrevis­ta sobre su trabajo en la industria, una actriz pomo se quejó de la falta de preparación para el poco trabajo que hay: “En el cine para adultos no hay capacitación.

En otros negocios con algún tipo de riesgo, hay capacitación. Si estás trabajando en los muelles de Long Beach, hay clases sobre seguridad. No hay nada como eso en esta industria” (ibíd.). Es cada vez mayor el número de biografías de estrellas porno disponibles que dan información sobre las condiciones de ese tra­bajo, a pesar de que parecen escritas para los consumidores de por­nografía y rara vez son críticas de la industria.

Después de una escena, que las jóvenes no pueden interrumpir, ellas tienen dos horas para descansar (citado en Poulin, 2005: 138; mi traducción).
Richard Poulin reconoce estos graves daños y llama a la porno­grafía “estetización de la violencia sexual”.
Las biografías de las estrellas pomo sugieren que las jóvenes que se involucran en el negocio ya están bastante golpeadas por un pasado de violencia sexual.

Se las presiona rápidamente para hacer películas hardcore, que en un principio rechazan; sin embargo, si no aceptan, cuando se les termina el dinero, vuelven a la calle.
La crueldad de las prácticas en las que se ven obligadas a par­ticipar, así como el odio hacia las mujeres que las películas porno representan, se ve con claridad en las descripciones y reseñas de las películas que se encuentran en el sitio web.

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