
MUERTE INEVITABI.E
Desde la óptica materialista de nuestra época la vida comienza con el nacimiento y termina con la muerte.
Alcanzamos el máximo de salud a los 20 años luego nuestro cuerpo se va fatigando se desgasta e inevitablemente declinamos hacia la enfermedad, la vejez y la muerte.
Enfermedad, dolor, envejecimiento y muerte son las consecuencias de una forma de pensar limitada en el tiempo y en el espacio. Todo converge hacia lo mismo: la seguridad social, el seguro de vida, la jubilación, los fondos de pensiones, las cuotas a la funeraria, etcétera.
Somos robots programados para nacer, obedecer, estudiar, trabajar, consumir, envejecer y morir. El camino está marcado y lo seguimos dócilmente. Padecemos un destino que aceptamos con sumisión mientras aguardamos la liberación final.
Somos una mercancía de usar y tirar como cualquier otra en este planeta.
SAI.UD ILIMITADA
Por el contrario, desde una óptica espiritualista, la vida terrestre es una etapa en nuestra vida eterna, nada más. Nuestro espíritu siempre ha estado y siempre estará, la salud perfecta.
En física cuántica el tiempo y el espacio son ilusorios. No existen. Sus corolarios, la enfermedad, la vejez y la muerte también son ilusiones y no realidades, No pueden existir salvo que creamos en ellas. Somos nosotros quienes hacemos que existan.
El estado de salud de nuestro cuerpo depende de su grado de armonía con el espíritu. Si el cuerpo está acorde con el espíritu, vibrará a su misma frecuencia y conocerá una salud perfecta y eterna como la del propio espíritu.
La salud mejora constantemente, de día en día y de reencarnación en reencarnación. La misma muerte es una etapa de crecimiento.
Esta elección entre estas dos ópticas depende de nuestro poder interno para elegir situado en el corazón. Es el centro de la conciencia y de la voluntad. Es soberano. Es quien regula y libera la emisión del caudal energético en nuestro cuerpo en función de su propio estado de salud. El alma ejerce una soberanía total sobre el cuerpo.