
Si estás ofendido por una palabra o una frase, entonces has elegido la ira y el dolor para ti mismo. La cultura te hará creer que la ofensa ha sido impuesta sobre ti, pero esto no es cierto…puedes elegir.
Aunque la gente siempre encuentra justificación en ofenderse por las palabras, es no obstante su total elección. Tienen la libertad de sentir lo que quieran cuando oyen algo que les importa de otra persona. Sin embargo, la solución ofrecida por la cultura es controlar el discurso de modo que se adapte al gusto de la propia cultura. Una vez que creas que el control de la expresión es noble, ya no te preguntarás por qué es inadecuado cuestionar la autoridad.
El entusiasmo por la vida es frecuentemente ridiculizado por la cultura. Los que se emocionan por la maravilla y la belleza de nuestro mundo están en peligro de entender lo mucho que valen. Esto no es algo que la cultura pueda permitir.
La emoción y el entusiasmo se permiten sólo en formas limitadas y predefinidas. Cada cultura es diferente, pero todas proporcionan caminos «aceptables» y “puntos de venta” de emoción y entusiasmo.
Estos puntos de venta desviarán la expresión entusiasta por la arrogancia para que otros no se sientan inspirados. La ley, el control y el aplastamiento del espíritu humano limitan nuestra capacidad para lograr objetivos.