Supongo que ya no sorprende el protagonismo que está adquiriendo el rostro tras la llegada de la mascarilla que nos han obligado a portar.
Miro y me miran unos ojos que transmiten otra clase de emociones más ocultas, miradas que se clavan como espadas, perdurando en el tiempo, dejando huella.
Nos observamos sin disimulo alguno, sin apenas muestra de gestos como por ejemplo una sonrisa desnuda que nos pudiera ofrecer el freeback de tiempos pasados, tan solo el contorno de la cara y poco más, lo que nos faltaba cenicienta.
Quien no recuerda las muecas de unos labios en algún espectador tras presenciar alguna comedia que le saque de su angustiada seriedad. ¡Que vuelvan los hoyos de los pómulos, queremos ser atractivos!
Me he dado cuenta que mi afán por adquirir nuevas expresiones con la ayuda de los músculos de la cara van en aumento. Se presenta un nuevo desafío de gran magnitud, sin embargo, en ciertos lugares paradisiacos donde se puede ir sin mascarilla se trasmite serenidad ante semejante barbarie de muertos. Bajo mi punto de vista, estamos ante una nueva artimaña que pretende controlar el correcto funcionamiento responsable del sistema; el proceso natural de contagiarnos pone en jaque a la sanidad.
Mientras los protésicos dentales continúan elaborando auténticas obras de arte, en la mayoría de casos, dichas bocas solo son expuestas de forma más frecuente en plataformas sociales multimedia, de esta manera se evita, más aún, si cabe, esta paradoja de tener que protegernos las vías respiratorias.
Curiosamente, al parecer, ese ejemplo de libertad producido, cuando estamos exentos de llevar puesto dicho ‘complemento’ está generando una controversia aún mayor al manifestarse el recuerdo de algo que nos identifica enormemente como individuos, la expresión facial es un aspecto que repercute directamente en la manera de socializarse en muchas culturas como la nuestra.
Creo que es totalmente compatible alternar ambas similitudes en este reto individual, saber cómo debemos actuar basándonos en nuestro buen criterio que iremos mejorando con la práctica cuando dejemos de sentirnos coaccionados. En Trail Travel hemos encontrado una alternativa sencilla y económica. Se trata de una mascarilla que estamos comercializando en España. Es muy cómoda, permite respirar con menor dificultad que la FP2, la quirúrgica y las de tela. Todo irá mejorando conforme vayan apareciendo los diferentes escenarios que nos ofrece la comunicación entre personas tras la pandemia del Sars-Cov-19, o mejor dicho, tras la administración de las dosis de LA VACUNA.
En definitiva, nos hemos visto forzados a comprar mascarillas para su uso frecuente durante las multitudinarias relaciones grupales para protegernos de la ajetreada vida social de los españoles. Si pretendemos encontrar un sentido convincente a tanta confusión, lo más normal sería que las conversaciones las lleváramos acabo en mayor medida cuando estemos sin dicho complemento o con una mascarilla como la que nosotros recomendamos para caminar e incluso llevamos cuando corremos.
Lo mas lógico y coherente será hablar cuando nos apetezca, como toda la vida, pero hay algo que obstaculiza la salida de la quebrada voz de mi dulce prometida, es la mascarilla homologada con filtro.